La gayada: Prostíbulo

Era una puerta angostísima, ploma a simple vista pero supongo que algún día fue café. Me asome disimulando, suelo disimular cuando miro a cualquier parte, sobre todo si se trata de gente de la gayada. Bien conocidos son los golpes y pelambres que vendrían luego (aunque de frente todos seamos hermanos).
El asunto es que me asomé, y una señorita de las del frente se rió a carcajadas tapándose los pechos, no se que tanto se tapo si cuando se dio vuelta quedose tiesa durante 7 segundos, (los conté), mostrando el poto que luego reclamaría que no le miraran. Igual sonriendo escondió su cuerpo, sinceramente prefiero evitar comentarios, describir lo que me produjo no es necesario. Preferí seguir caminando y no hacerme cliente de los almacenes quita penas, o traga flemas que se ofrecen artificialmente para saciar necesidades de la naturaleza.
Noten, reclamó sonriendo.