Divergir es, por ejemplo, obsesionarse con una cita que en la página tres te arroja un libro que te presenta un problema que te recuerda una frase que escuchaste a un amigo, la que, por equivocación, te conduce a buscar un libro que rápidamente descartas por usar expresiones escencialistas, entonces caes en la cuenta de que el desafortunado punto de partida, sin embargo, no invalida algunas reflexiones que sirven para limar asperezas con el personaje principal de la novela de anoche, lo que imposibilita no escribir a esa amiga que, sabiéndose lectora del autor de esa novela, sostiene constantemente una interpretación que a mi entender es errónea sobre el argumento de la obra... Entonces sobre la mesa quedan cien libros abiertos, cincuenta discos y veinticinco fotos. Mañana será otra noche, yo necesito una cerveza.
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