5/11/15

#notas de campo 

La expresión “está todo bien con todos” (o similares), comencé a advertirla cada vez más seguido, ya no solo entre mis amigos, sino también entre las distintas personas con las que interactuaba en el bar. Generalmente eran expresiones que no necesitaban explicarse. Bastaban sutiles ademanes o guiños para entender que el “todos” aludía tanto al que se estaba metiendo merca en el baño, al que porro en mano explotaba de risa en el patio, al que bailaba encartonado al lado del dj, al “viejo” que caía solo y le charlaba de absenta a mi amigo francés –porque el europeo si que iba a entender que es lo que era el absenta– al lado de unas chicas que se besaban frente a unos muchachos de pelo verde que conversaban con un “negro” que les advertía como tratar con el “naranjita”, al guardia del bar que 5 minutos antes de la hora de cierre empezaba a apurar para que fuéramos saliendo porque no quería que “cayera la cana” y se quería “ir de after”, como a “uno mismo”: uno que no era ninguno de esos a los que aludía, pero en los que eventualmente podía devenir dependiendo de los vaivenes de la noche y con los que mantenía cierta complicidad...

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