3/10/16
Un policía me acaba de interpelar porque según él le estaba mirando el culo a la policía que lo acompañaba, lo que no es cierto, aunque factible de sospechar, pensé, luego de mirarla. Un "que mirás vos" que no escuché porque venía con auriculares con la vista baja frotando el índice con el pulgar y el anular (signo inequívoco de que vengo pensando una idea que me parece buena), sucedido por un "che, a vos te hablo". Me detuve, lo miré con cara de hastío y dubitativo y exaltado me pregunté por que carajo me interrumpe. Abrí mis manos a la altura del pecho como quien lleva una bandeja de hamburguesas y le expresé con ademanes corporales lo que no le quise preguntar: "¿que mierda pasa?". Insistió: "que mirás vos, segunda ves que te pregunto". La chica se mostraba tan perpleja como yo, entonces volví a repetir mi gesto hasta que me enteré de lo que estaba siendo acusado: "no podés mirarle el culo a una policía". Repetí mi ademán esta vez con una sola mano, abriendo mis ojos de sorpresa un poco mas de lo normal (como cuando te impresiona visualmente una hamburguesa bien hecha) y con la otra le di play al teléfono, me acomodé los auriculares y haciendo caso omiso comencé a caminar. La canción había cambiado y el random la arrojó a un lugar inubicable, apuré el paso para poder llegar antes de que se me olvidara la idea pero fue... El policía me persiguió, mas con el alcance de sus gritos que con el de su cuerpo, y entonces me enteré que además estaba siendo parte de un conflicto y que mi ademán debía ser otro si pretendía terminar con la situación en ese mismo momento. Podría haberle chispeado los dedos, dedicarle un pato yañez o correr, mal que mal su parecido al jefe Gorgory mas que al agente Cooper difícilmente le permitiría alcanzarme. Descarté las opciones y volví a caminar hasta que estuve lo suficientemente lejos como para justificar que no escuché nada. El alcance de los gritos que sobrepasaron el alcance de su cuerpo fueron sobrepasados por el alcance de la policía interior de una vecina que me quiso percatar, como si no me hubiese percatado, de que un policía me estaba llamando. Me irrité y lo expresé con la mano derecha que, antes de que se posicionara a la altura del pecho como quien lleva una bandeja de hamburguesas, la llevé a la altura de mi cara y me la froté hasta rozar el pelo (signo inequívoco de que me pasé de copas, curioso porque no era el caso, porque aun no es el caso) y expresé con mi cuerpo lo que no quise verbalizar: .
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