8/1/18

La anacrónica muerte

Cuando la Elsa murió a Don Roberto lo dieron por loco. Fuí a verlo hasta su casa y después de llamar dos veces entré, como hago cada vez que encuentro la puerta abierta. ¿Cómo está Don Roberto? Le pregunté mientras dudaba de lo oportuno de mi pregunta, y liberó una risa explosiva que hacía orquesta a su historia: anoche conoció a la Elsa en el Barrio Puerto y terminaron cantando borrachos entre los edificios de la Población Márquez imaginando que estaban en el futuro. Pero esa noche fue hace años, recordé y sin querer interrumpir preferí contemplar ese anacrónico presente.

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