10/8/05

Parto viendo la televisión y termino hablando de una generación que choca su mano al projimo con un cuchillo en el bolsillo trasero, pendiente si en el bolsillo del otro encuentra algo que le pueda causar daño. Solo cuando se da cuenta de su ventaja, quita la mano del trasero y sigue dispuesto a conversar dando paso a las relaciones intimamente humanas.
Existe una especie de rechazo a lo que hasta el siglo pasado se conocía como “entrega” corporal y espiritual. Ya esta casi ausente el deseo de arriesgar que tanto se describía y mencionaba en las antiguas novelas e historias de carácter romántico. La sociedad del siglo 21 ( refiriéndome a la generación que esta empezando a envolver el globo) esta valiéndose de una especie de método científico para resolver conflictos afectivos, sin dar paso a lo que según yo, era lo único que nos estaba quedando libre: las emociones (refiriéndome a libertad en el sentido que no existía órgano artificial que las interviniera, mas que otra misma emoción), haciendo valer una presión social que motiva a una competitividad separando claramente a los “superiores e inferiores”, indirecta forma de traer nuevamente un criterio de selección natural, en la que el roce codo a codo con el similar es indispensable, sin ver ni caras ni corazones.
Se exige competitividad, la formación de un ser humano competente a las exigencias sociales, exigencias que el mismo órgano afectado (el individuo), crea de manera inevitable frente a un número de personas que evitan la flexibilidad, aun sintiendo la necesidad de conseguirla. Se quiere dejar de tirar piedras, no se hace por la desconfianza a quedar indefenso en un posible caso de que mi similar no la deje a un lado. Llevando entre manos una actitud defensiva, casi inevitable por el leve contacto y comunicación con el prójimo.

La antigua postura “llorona” que en muchos casos llegaba a ser objeto de la burla por los no afectados llevo a evitar el camino que la condujiecen. Vino a nuestros días una degeneración, al igual como en un periodo de la historia lo fue el degrade del neoclasicismo al romanticismo, o de la oscuridad del medio evo a un pensamiento completamente racionalista. Hoy la generación del siglo 21 da la espalda al sentimentalismo forzosamente, no por iniciativa propia, sino impulsado bruscamente a la negatividad de arriesgar. Mucho, al igual como en la historia influenciado o bien provocado por la sociedad. Teniendo en cuenta además que le sociedad la conforma el mismo individuo provocador de la muerte a la que teme.
Una vez mas es el ser humano el que cava su propia tumba, el que escribe de antemano su epitafio, lleva a extremos exagerados sus tendencias e ideales, extremos que pecan de extrema subjetividad (valga la redundancia), lo que conduce a un encandilamiento que evita ver posturas ajenas, de esta manera abrir camino a un universo amplio o bien alcanzar el consenso exacto al que se debe optar, por ser este el mejor o mas provechoso para el bien común, provocando también el colapso y agotamiento del recurso, lo que hace a sus “militantes” tomar una postura radical de 180 grados. Por supuesto haciendo nuevamente el quite a la neutralización. Que para mí, más que significar “traición”, significa cordura, y una madurez que se escapa de definir al contrario como el malo de la película, actitud que trae consigo el verdadero y efectivo avance sociocultural.

No hay comentarios.: