14/2/18

Cuando chico mi abuela por parte de Mamá me llevaba a las reuniones de los testigos de jehova, que hacen en un recinto que le llaman "salon", equivalente a la iglesia de los católicos. Las reuniones de entre semana tenían un carácter mas dinámico. No eran monólogos de conferencistas respetados o preguntas y respuestas textuales a propósito de la revisión de una revista dominical.  En las reuniones de entre semana se preparaba a los futuros predicadores, se dedicaba tiempo a comentar experiencias de fe de diferentes testigos, y otras actividades que me divertían un poco más que las de los fines de semana. Una vez contaron el caso de un testigo muy prometedor que cuando entró a la universidad decidió matricularse en filosofía. El tono fue: "lo perdimos". Desde entonces mi relación con la filosofía fue seductora. Representaba lo prohibido y decidí ser un cínico y evitar la prohibición. 

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